Rebekah tuvo que testificar en el juicio contra Dzhokhar Tsarnaev e incluso llegó a escribirle una carta preguntándole el por qué de su masacre. Pero harta de tanto dolor y sufrimiento, tras ver como le amputaban su pierna izquierda hace medio año, decidió ponerse bajo las órdenes de Gregory, un entrenador que también vive sin una de sus extremidades inferiores y marcarse el reto de terminar la maratón de este año. Y así fue en el día de ayer. Su imagen nada más cruzar la línea de meta, arrodillada y bañada en lágrimas, demuestran que el amor a la vida siempre acaba ganando la medalla de oro.


(Fuente: abc.es)
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